Soy hijo de un barrio. “Villa Olímpica” es mi barrio y mi ventana hacia el mundo.
Calles, veredas y plazas mis situaciones, donde las rayas de los muros son las voces de los ciudadanos.
Colores y manchas, mi vocabulario y el lenguaje de esta ciudad.
Donde a diario se escriben gritos y se expresan ideas amarillas, ideas verdes, ideas rojas.
Los muros son mi ciudad, las calles la trazan y mi vida las dibuja.
Mi ciudad no discrimina ni segrega, solo se expresa, por que no es lo que tiene sino lo que dice lo importante.
Los muros son las páginas de todos, no debo ser de alguna clase social o de alguna ideología en particular ni siquiera tener medios masivos o de amplia distribución para ser parte de esta ciudad, los muros están para ser escuchados, la voz es el color, las “rayas (pintadas)[1]” son el sonido de mi palabra, por eso que mi ciudad se construye en muros y no entre muros.
Esta es la ciudad que todos viven pero que ninguno quiere ver[2], la cuidad que esta desde siempre.
Y por eso creo que mi ciudad no se caracteriza por sus edificios ni casas, mi ciudad solo esta, es expresión.
Esta ciudad no es recuerdos ni una construcción estática no se guía por libros, tampoco se detiene ni se olvida por que siempre a estado y estará.
Todos los días escucho muros y veo gritos que aparecen con pintura o tiza, con sentido y sin el, esa es mi ciudad, la que es concreto vestido de expresión.
Tu alguna vez haz sido ciudadanos y haz tenido voto en esta ciudad o haz rozado esa libertad de solo estar y gritar lo que quieras, o nunca haz rayado tu nombre en una pared, pintado tu pieza o manchado un muro.
[1] Las que llamamos pintadas utilizan el lenguaje verbal para transmitir unos determinados contenidos semánticos: prima en ellas la voluntad de información y de actuación sobre el receptor, el mensaje de los contenidos; quienes las hacen no suelen sentirse "artistas" ni tienen la necesidad de encontrar para sí mismos un vocablo específico con que designarse y caracterizar su actividad
Dra. Ana María Vigara Tauste Profesora Titular - Dpto. Filología Española III.
[2] El transeúnte, receptor al fin y al cabo involuntario y pasivo de los mensajes callejeros y poco proclive en general a disquisiciones semánticas, no suele distinguir, como haremos nosotros aquí, entre graffiti y pintadas. Unos y otras constituyen para él "mancha", "ruido" contextual que irrumpe, le guste o no, en su vida. Esto es, sin embargo, casi lo único que ambos fenómenos tienen en común. El desconocimiento, el rechazo social y el uso lingüístico han contribuido a meter en un mismo saco (léxico) actividades y manifestaciones muy distintas, que a veces coadyuvan en la expresión del mensaje callejero, pero que nacen generalmente de actitudes diferentes, tienen distintos destinatarios y persiguen casi siempre objetivos comunicativos muy diversos.
Dra. Ana María Vigara Tauste Profesora Titular - Dpto. Filología Española III.
Texto referencial:
_El graffiti y su simbolización social
http://www.saber.ula.ve/db/ssaber/Edocs/pubelectronicas/cifra-nueva/anum11/articulo19.pdf
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